A menos de 10 km del centro de Lugo, en San Clodio de Aguiar, en Outeiro de Rei, podemos ver el cartel de «Érase unha vez…» que nos muestra el inicio del recorrido por este pueblo de cuento.
Las protagonistas son unas simpáticas hormigas hechas con plásticos de silo y otros materiales reciclados por su autor José Ramón Rodríguez Iglesias, que con gran creatividad ha ido diseñando a lo largo del pueblo esta preciosa ruta de cuento.
Se aconseja no correr mucho ya que hay una Hormiga Radar dispuesta a fotografiar al que exceda los límites de velocidad.
Y un poco más adelante se encuentra un coche de la Guardia Civil de Tráfico.
Una escuela de hormigas
Como todo el mundo sabe, las hormigas son muy trabajadoras y no descuidan sus labores escolares ni un sólo día del año.
El pueblo ha ido cambiando y evolucionando a lo largo de todos estos años ya que la imaginación de su autor y sus ganas de trabajar no cesan.
Nuestra primera visita fue en 2018 y el verano pasado volvimos con unos amigos y vimos que este museo al aire libre había mejorado ampliando la ruta con senderos y nuevas esculturas o adaptando algunas antiguas como la escuela, que ha aumentado su tamaño.
Una casa de cuento
Continúa intacta la casita que las hormigas más trabajadoras han construido a orillas de un pequeño lago.
Y, si por fuera es bonita, su interior te sorprenderá casi aún más.
Las hormigas astronautas
En este pueblo de cuento también hay un rincón dedicado al espacio en el que podrás entrar en este fantástico cohete espacial diseñado por las ingenieras aeronáuticas.
La cueva del tesoro
También hay una cueva donde podemos ver la Piedra Roseta, pero para llegar a ella hay que tener mucho cuidado al atravesar un bosque lleno de criaturas feroces como la serpiente Lourditas, que es muy peligrosa, especialmente, cuando está cuidando a sus crías o Carlota, que te puede atrapar en su telaraña.
En este bosque viven también otras criaturas más simpáticas como el ciempiés Fermín o el pato Lucas , que es el encargado de vigilar la zona desde su avioneta.
Al final de este bosque se encuentra la entrada a la cueva y en el centro de ella, la singular roca, todo un gran tesoro bien protegido en este lugar mágico.
En los nuevos senderos hay nuevos personajes y elementos mágicos que irás descubriendo poco a poco a lo largo de esta ruta cada vez más espectacular que sorprende tanto a niños como a mayores.
Es ideal para hacer también con perros, eso sí, intentad llevarlos atados ya que suele haber ganado y época de vacaciones suele haber más gente en la ruta.
No vamos a poner más fotos, para que la ruta os sorprenda tanto como a nosotros.
Sólo deciros que, al final de la misma, se encuentra un cerdito-hucha en el que cada uno puede dejar una donación para que su autor continúe con este fantástico proyecto de promoción turística del pueblo fomentado el reciclaje y la reutilización de materiales.
Y colorín colorado, esta entrada se ha acabado.