Cuando pensamos en Murcia, es fácil imaginar campos dorados, huertas infinitas y calor, mucho calor.
Pero entre sus rincones más sorprendentes se esconde un auténtico tesoro natural que rompe todos los estereotipos: el río Chícamo. Una escapada perfecta para refrescarse en verano, caminar entre formaciones rocosas casi lunares y descubrir un pequeño oasis escondido entre desiertos.
¿Dónde está el río Chícamo?
El río Chícamo nace en Macisvenda, una pedanía del municipio de Abanilla, en el este de la Región de Murcia. A tan solo unos 45-50 minutos de la capital, es un plan ideal para una excursión de medio día, especialmente en los meses más calurosos, ya que la ruta se realiza junto al agua y caminando por el río.
La ruta: naturaleza, agua y contrastes
La ruta del río Chícamo es un recorrido circular o lineal (según lo que prefieras) que va desde el nacimiento del río en Macisvenda hasta los paisajes semiáridos de Abanilla.

La versión más popular, que es la que hicimos nosotros, tiene unos 5 km de ida y vuelta, y es apta para familias con niños, siempre que lleven calzado adecuado y ganas de mojarse.
La ruta circular, la aconsejamos para otoño o primavera, ya que discurre por zonas desérticas de la conocida como «Palestina murciana» en las que el calor en verano se hace insoportable.
Inicio de la ruta
La ruta comienza poco antes de la Casa del molinero y el molino de Macisvenda, donde hay un par de zonas en las que se puede dejar el coche.

La ruta no tiene pérdida, basta con seguir el camino, por detrás del molino y en el primer cruce, hay que coger a la derecha (salvo que se quiera visitar antes el nacimiento del Río Chícamo, que está a la izquierda).
A partir de este punto, el sendero trascurre paralelo al río, con abundantes adelfas y sombras, ideales para los meses de verano.

Hay algún tramo con alguna pequeña dificultad para niños pequeños o personas mayores, pero en general es bastante sencillo e incluye algunos pequeños «puentes» de madera para cruzar de un lado a otro.
Continuando, el sendero serpentea entre cañones de roca caliza, pequeños saltos de agua, vegetación de ribera y pozas donde refrescarse.
El tramo más complicado, es el momento de adentrarse en el río por la diferencia de altura de las rocas al río, donde los niños pequeños necesitarán ayuda, pero el río no cubre y a partir de este punto es donde comienza el tramo más mágico y refrescante de la ruta.
Tramo del río
A partir de este momento, os aconsejamos meteros dentro del río, y disfrutar del agua.

También podéis deteneros a bañaros un rato en las pozas antes de continuar hasta la parte más estrecha y fotogénica de la ruta.
Nosotros llegamos hasta unas balsas que hay poco después de terminar el cañón.

Una de las cosas que más sorprende es el contraste: empiezas caminando por una zona casi desértica, pero de repente te encuentras con agua clara, juncos, libélulas y adelfas.
No es raro ver ranas, peces pequeños como el fartet, que es una especie endémica y aves en la zona. Y si eres amante de la fotografía, cada curva del camino es una postal diferente: desde paredes erosionadas por el agua hasta estrechos cañones de película.
¿Por qué es ideal en verano?
Aunque el entorno es árido, el río proporciona sombra, humedad y frescor durante buena parte del recorrido. A diferencia de muchas rutas que en verano se vuelven imposibles por el calor, esta se convierte en un plan refrescante y activo. Solo se necesita:
- Calzado cómodo que se pueda mojar (tipo escarpines o zapatillas viejas).
- Protección solar, gorra y agua.
- Ropa ligera y quizás bañador para disfrutar de algún chapuzón.
- ¡Y una buena cámara o móvil para capturar los paisajes!
Consejos prácticos
- El punto de inicio más habitual es junto al panel informativo de la Fuente del Chícamo, en Macisvenda.
- Se puede hacer en unas 2 horas tranquilamente, disfrutando del entorno.
- No hay servicios, pero hay varias zonas con sombra.
Aquí os dejamos el track de Wikiloc con nuestra ruta en la que también podéis ver el sitio en el que aparcamos nosotros de forma gratuita.