La seimeira de Vilagocende se encuentra en el ayuntamiento de A Fonsagrada, enclavada en un entorno verde único en el que se respira paz y tranquilidad, dentro de la Reserva de la biosfera Río Eo, Oscos y tierras de Burón.
Como muchos sabréis, seimeira es la palabra gallega para referirse a las cataratas o cascadas en la zona más oriental de la provincia de Lugo.
La de Vilagocende no es la única catarata que hay en este ayuntamiento, pero sí la más espectacular.
Esta cascada que forma el río Porteliña antes de su desembocadura, es, sin lugar a dudas, una de las más hermosas y también de las más altas de toda Galicia, con 54 metros de caída libre.
¿Cómo llegar a la Seimeira de Vilagocende?
Para llegar a ella, hay que ir hasta Fonsagrada y, una vez pasada la plaza de la iglesia, tomar la primera carretera que hay a la derecha (LU-721), donde ya aparece indicado el desvío a la seimeira de Vilagocende.
A unos 5 km más o menos, se encuentra cartel que nos indica el inicio de la ruta hacia la cascada y una pequeña zona de aparcamiento para dejar el coche.
Desde ahí, hay que bajar a pie por un sendero de poco más de un kilómetro entre pinos, castaños centernarios, robles, abedules y otros árboles autóctonos hasta llegar a una serie de pasarelas de madera que conducen este espectacular salto de cristalinas aguas.
La seimeira y su entorno
El entorno de la Seimeira de Viagocende es, sin duda alguna, uno de los lugares más mágicos de toda Galicia. Las pasarelas de madera, conducen a través de un puente hasta el otro lado del río para acercarse hasta casi los pies de la cascada.
Durante el paseo podremos ver una fuente de piedra y los restos de un antiguo molino de agua en un espectacular bosque de ribera con robles, abedules y alisos que, acompañados por el fluir del agua, hacen de él un auténtico remanso de paz y tranquilidad.
Sólo los más osados se atreven a bañarse en los meses de verano, ya que la temperatura del agua es bastante fresca todo el año.
En los meses de invierno, es frecuente que nieve en toda esta zona y el paisaje se cubre de un maravilloso manto blanco haciendo que aún destaque más.
Posteriormente, con el deshielo o en época de lluvias, su caudal es tan grande que es imposible acercarse a ella sin mojarse, por lo que se aconseja ir provistos de ropa impermeable y tener cuidado con los resbalones.
También existe la posibilidad de recorrer un sendero hasta un mirador situado en la parte superior de la cascada que ofrece otra panorámica de la misma no menos espectacular.